Introducción a la Terapia de Reemplazo de Testosterona (TRT)
Dedicado a Alejandro CV
¿Qué es un TRT?
La Terapia de Reemplazo de Testosterona (TRT), también conocida como terapia de reemplazo androgénico, consiste en administrar testosterona para restaurar los niveles normales (no superiores) de esta hormona en individuos con deficiencias.
Esta intervención médica se realiza principalmente para tratar el hipogonadismo, una condición en la cual el organismo no produce suficientes niveles de testosterona debido a problemas en los testículos o en el sistema hormonal que regula su producción.
Objetivo Principal
El propósito principal de la TRT es aliviar los síntomas asociados con niveles bajos de testosterona:
fatiga persistente
bajo deseo sexual
pérdida de masa muscular
disminución de la densidad ósea
bajo estado de ánimo o depresión en distintos grados
anhedonia
falta de motivación
reducción pensamiento ejecutivo
A través de la administración controlada de testosterona, la TRT busca restaurar el equilibrio hormonal, mejorar la calidad de vida y prevenir las complicaciones de la deficiencia de testosterona en aquellos que la necesitan.
Limitaciones de protocolos estándar
Las pautas médicas vigentes priorizan la seguridad, por lo que las dosis administradas están orientadas a mantener niveles de testosterona dentro de rangos considerados seguros, sin sobrepasarlos.
Tanto es así que por lo general, se prefiere alcanzar niveles en rangos bajos pero que se consideren mínimamente funcionales que explorar protocolos en los que el paciente se siente mejor por evitar los riesgos que creen, podrían estar asociados a su uso.
Esta estrategia conservadora lleva a que, en muchos casos, las mejoras que percibe el paciente sean limitadas, ya que la TRT solo permite restaurar los niveles mínimos de testosterona que el cuerpo necesita para funcionar, basándose en análisis de sangre regulares en los que se preferirá estar ligeramente por debajo que ligeramente por encima del óptimo.
Y aunque es perfectamente comprensible desde el punto de vista de la práctica médica, en ocasiones, resulta insuficiente para quienes buscan un incremento sustancial en su bienestar, rendimiento físico y mental, quedándose con efectos apenas perceptibles o muy breves debido al protocolo estándar.
En España es muy habitual que se limite el acceso a la testosterona inyectable, y se prescriba testosterona en gel.
Esto, no porque sea un mejor método o más efectivo, que no lo es, sino porque resulta mucho más fácil para el médico el prescribir testogel a un paciente (que estará encantado al ser mucho más cómodo) de cara a evitar problemas con los órganos sancionadores que no ven con buenos ojos este tipo de tratamientos, en lugar del más efectivo tratamiento inyectable.
En caso de acceder al TRT inyectable, se hará a través de cipionato de testosterona, y a dosis de 100 – 250 mg por vía intramuscular cada 2-4 semanas.
La realidad es que, la dosis de 250 mg a la semana ha acabado siendo la opción mayoritaria al darse cuenta la comunidad médica española que no tiene sentido ser conservador en exceso y que 100 mg parece una dosis demasiado pequeña y aplicar cada 4 semanas acaba por dar un resultado muy deficiente.
En el pasado se preferían protocolos de largo plazo con undecanoato de testosterona pero, en la actualidad, se ha demostrado que resulta en niveles muy deficientes e inestables de testosterona en sangre durante la duración del tratamiento.
TRT PLUS
Es sabido entre muchos especialistas y usuarios que pequeños incrementos en la dosis de testosterona pueden generar mejoras exponenciales en sus efectos.
Con un leve aumento sobre el rango “terapéutico”, los pacientes suelen experimentar un avance significativo en su energía, masa muscular, densidad ósea y motivación general.
Este efecto se debe a que, al superar los niveles mínimos, el cuerpo no solo se estabiliza, sino que responde con más fuerza, manifestando beneficios notables en ámbitos que el enfoque conservador rara vez alcanza.
A diferencia del modelo terapéutico que mantiene a la testosterona en niveles “normales” para evitar riesgos, estos aumentos moderados pueden situar los niveles de testosterona en un rango óptimo (a veces superándolo levemente) que maximiza la respuesta anabólica, lo que se traduce en:
Mayor recuperación y resistencia en el ejercicio.
Incremento significativo de la fuerza y de la masa muscular.
Mejoras en el estado de ánimo y en la claridad mental.
Aumento del deseo sexual y de la vitalidad general.
¿Cuál es este incremento en cifras concretas?.
Pues, en Estados Unidos es frecuente encontrar clínicas en las que, basándose en los efectos valores analíticos del paciente, llegan a prescribir hasta 200 mg por semana o 100 mg cada 4 días, siendo ésta la opción más popular últimamente. En especial con la presentación de Xyosted, subdérmica, que muchos tratan de recibir en forma de dos aplicaciones de 75/mg a la semana.
No es que la comunidad médica quiera que te quedes mal y sin resultados sino que temen un aumento de efectos secundarios.
Según las advertencias de las administraciones sanitarias, incluida la FDA americana, el exceso de testosterona puede provocar hipertensión, policitemia (hematocrito/hematíes), ginecomastia, supresión de la producción endógena, infertilidad, acné, pérdida de cabello, agresividad, insomnio y problemas prostáticos.
Sin embargo, y por alguna razón que pocos logramos entender, estas aseveraciones son bastante exageradas.
Las dosis empleadas en estudios que obtuvieron como resultado efectos secundarios notables y/o de difícil manejo fueron de 10mg/kg de peso. Para alguien de 70 kg, hablaríamos de 700 mg/semana durante varios meses.
Es evidente que, como casi cualquier sustancia, un incremento en la dosis puede significar un aumento equivalente en los peligros y efectos secundarios, pero tratar el uso terapéutico en el rango elevado como si de un abuso se tratara es estúpido.
Y aunque hay estudios que constatan ciertos peligros con dosis más bajas, han resultado ser sesgados y tendenciosos, casi como si hubiera cierta voluntad de que el TRT no sea un tratamiento popular, lo que contrasta con que la píldora anticonceptiva, que no deja de ser un tratamiento hormonal de un impacto brutal al proporcionar estradiol y progestinas sintética derivadas de la progesterona a mujeres que no la necesitan por criterios de salud, sea algo que el 65% de las mujeres ha empleado en algún momento de su vida.
Los riesgos de aquella han sido minimizados e incluso silenciados, y sin embargo lo contrario con el TRT.
¿Qué dicen los estudios más rigurosos?
En 2016, la FDA emitió advertencias sobre la TRT, alertando sobre posibles efectos adversos graves como ataques cardíacos, insuficiencia cardíaca y accidentes cerebrovasculares. Muchos médicos y pacientes abandonaron su uso, adoptando en su lugar alternativas muchas veces basadas en terapias basadas en psicofármacos.
Para ello se basaron en estudios que ya habían sido descartados por erróneos y lo más grave, en algunos que fueron promovidos o directamente financiados por la administración pública.
Esto provocó una oleada de protestas dentro de la comunidad del TRT entre médicos y pacientes, y llevó a la comunidad médica a realizar investigaciones más profundas y rigurosas.
Entre otros, un reciente metaanálisis en el New England Journal of Medicine de 2023 evaluó los efectos de la TRT en eventos cardiovasculares en hombres con hipogonadismo.
Este estudio, que incluyó a 5.246 hombres de entre 45 y 80 años con enfermedades cardiovasculares o alto riesgo de padecerlas, no encontró un aumento significativo en la incidencia de eventos cardíacos adversos mayores en aquellos tratados con testosterona en comparación con el grupo placebo.
No incluyó a personas sanas, sino con una predisposición a sufrir eventos graves...y no los hubo.
Saul Nutride Jemma Hudson y su equipo, reveló que la TRT no solo no aumentaba los riesgos cardiovasculares a corto o mediano plazo en hombres con hipogonadismo; sino que de hecho podía incluso reducirlos cuando los niveles de testosterona se mantienen en un rango alto-normal.
También se observaron beneficios en niveles de colesterol y triglicéridos sin diferencias significativas en el riesgo de cáncer de próstata o hipertensión.
¿Es 200mg por semana una dosis excesiva?
Vamos a cribar algunos estudios interesantes:
Liu et al. (2003) - Observó cómo la testosterona en dosis de 500 mg a la semana, puede afectar negativamente al sueño y la respiración.
Bagatell et al. (1994) - Constató que 200 mg/semana en pacientes sanos solo promovía un descenso en los niveles de HDL. Enlace a estudio
Shalender Bhasin, M.D.l et al. (2013)- El más sorprendente, ya que apenas observó efectos secundarios en pacientes que emplearon 600 mg a la semana durante 10 semanas, y los autores señalan que 300 mg durante más de 24 semanas no reportó ningún efecto significativo en sujetos que entrenaban.
Estos estudios entre muchos, ponen de manifiesto que 200 mg por semana sí puede ser una dosis completamente aceptable, pero al mismo tiempo, nada de dar por hecho que ésta es la dosis perfecta.
Más bien se trata de entender que, si bien una dosis mucho más alta de lo consensuado habitualmente puede ser beneficiosa y potencialmente exenta de riesgos, también se debe concluir que esto solo se puede determinar atendiendo a cada caso particular y realizando TODAS LAS PRUEBAS NECESARIAS DE FORMA PERIÓDICA.
La práctica habitual de usar TRT y obviar lo esencial del control médico mediante pruebas es lo que realmente mata y no la testosterona, sea a 100 o a 300 mg.
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